Son pequeños momentos de espacio personal con los que podemos descubrir sensaciones y emociones nuevas. Coge la agenda y anota un día Cuando llegue, date un baño, ponte aceites o perfumes, maquillaje si usas Importante tener un espejo. Mejor dos: uno de cuerpo entero y uno de mano. Usa plumas, sedas y otras suaves telas. Acaríciate los senos. Cuando estés muy relajada y empieces a excitarte, pon la atención en tu entrepierna.
Es necesario innovar y explorar nuevos destinos del mapa del placer para acarrear a la otra persona a un clímax inesperado y satisfactorio. Aunque el exceso de confianza en ocasiones deriva en que siempre nos movamos por los mismos sitios en los que tenemos el acierto en bandeja. Estés o no emparejado, no te acomodes. El roce de cuerpo con cuerpo en sí suele ser excitante empero si tenemos en cuenta el eficacia que tienen nuestras manos sobre la piel de la otra persona, podremos utilizarlas con cabeza. Podemos activar cada parte del cuerpo con una simple caricia, un abrazo o un amasamiento. Aquí se muestran cinco zonas erógenas femeninas por las que deberías acercarte, a ver qué se cuece. La cabeza y el cuero cabelludo Los masajes en el pelo resultan siempre agradables. Si a un simple acción de las yemas de los dedos le añadimos un poquito de granujería y caricias que vayan desde el cuello hacia la barbilla y desemboquen por toda la cara, activaremos otras muchas zonas y conduciremos a la otra persona a un estado de bienestar y calma. El vientre La zona del ombligo es el emporio de la energía del cuerpo.