Su puesto en las oficinas de Cullen Internacional en Nueva York era algo muy reciente. Aunque después de la debacle con Magie, ninguno de los hermanos Cullen se atrevía a confiar del todo en los empleados. Edward se detuvo, mirando una carta dirigida a Jasper. Lamentaba tener que molestar también a Alice, la mujer de Jasper, pero aquello era urgente. Edward no perdió el tiempo en saludos. Jasper no le sería infiel a su esposa.
Empero su tardanza ya va picando en historia. Es menester acelerar la explicación. Estos pelmazos tienen mucha asadura. Pesan, miden, calculan.
Sandez, kart, verdaderas sandeces. Dios les cría y ell s se juntan. Ya tardaba en aparecer un troll se dispara y confunde las churras con las merinas y Leila sencillamente miente, so ingeniera. Se pone tremenda, disparata. Date cuenta.
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