Pero, en épocas anteriores, los moralistas gastaban mucha tinta en advertir de los peligros de las acciones manuales o digitales que, aplicadas por el agente en la verga, la vagina, el clítoris, el ano, o regiones adyacentes, iban dirigidas a satisfacer la concupiscencia. Los moralistas aseveraban que la masturbación provocaba, en los hombres, pérdidas de fósforo cerebral a través del semen. Todas estas alucinantes fantasías formaban parte de la educación moral impartida en los colegios de la primera mitad de nuestro siglo, que, en nuestra Patria, duró hasta el tercer cuarto. En el caso que nos ocupa, necesidad de masturbarse. En ciertos casos, la masturbación adictiva puede sustituir otras actividades sexuales. Hay personas que solamente son capaces de satisfacerse sexualmente mediante la masturbación, y dejan de interesarse por las relaciones interpersonales. Masturbarse es algo natural y debe ser satisfactorio. Solamente si se convierte en una necesidad malsana, que convierte a la persona en esclava, requiere un apoyo profesional como cualquier otra adicción. La masturbación y el sentimiento de culpa Los pretendidos daños de la masturbación se resumen en uno sólo real: vivirla con ansiedad y sentirse culpable por ello.
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