No te llama Los chicos, por norma, siempre hemos dado el primer paso. Así pues, si pasan los días y él no ha dado señales de vida ni te ha enviado tres docenas de rosas o un pequeño pedrusco de Cartiermal asunto. Lo dicho; si no llama, mosquéate. Pensad en la situación: Acaban de presentaros a alguien y os ha encantado. Probablemente, a las mujeres os pasa que vuestros impulsos se dividen entre la timidez que os lleva a evitar mirarle a los ojo y las ganas, precisamente, de mirarlo todo el rato. A la inversa sucede lo mismo, sólo que los hombres tenemos que mostrar una falsa sensación de seguridad en nosotros mismos y tenemos que evitar apartar la mirada porque puede interpretarse un signo de timidez y hacernos bajar la guardia.
Y ahora pensemos en esa ocasión en la que ya de adultos, que es cuando duele alguien que encaja en esa forma de ser nos ha dicho lo que debíamos actuar. Sí, los seres humanos necesitamos que nos aconsejen, acompañen, sugieran, corrijan, ayuden, motiven, inspiren… Todo el rato y quien no lo necesite tiene un brete de otro calibre. Pero a los seres humanos no nos gusta que nos manden. Y, como casi todo, el porqué tiene una explicación científica. O biológica. Cuestión de jerarquía No nos gusta que nos manden porque si alguien nos legado, significa que tiene poder sobre nosotros.
Aventura, los aviones me provocan cosquilleos y el único acción de encaramarse a un puente etéreo para aventurar a los amantes ya me seduce. A mi. Lado, varios melenudos con jarras chorreantes de cerveza analizan los detalles del actuación con la minuciosidad de unos científicos locos. Yo, entretanto. Espero la acceso de Bagasa.